La Revolución Industrial estableció un punto de quiebre en términos de desarrollo como jamás había sucedido en la historia de la humanidad. La producción agrícola y la industrial se multiplicaron al punto de cambiar prácticamente todos los aspectos de la sociedad. Los sistemas de transporte de tracción animal y el trabajo manual cambiaron por procesos mecanizados, ampliando la cantidad, la capacidad y el rango de distribución de productos, aspectos que habían permanecido prácticamente inamovibles durante los anteriores cuatro siglos.
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