Con su fina sensibilidad para leer los “signos de los tiempos”, G. B. Montini supo percibir, cuando servía pastoralmente en la arquidiócesis de Milán, que una de las grandes dificultades que enfrentaban entonces los cristianos era el oscurecimiento de la conciencia sobre la Iglesia y la creciente pérdida de su propia identidad. No sólo identificó este problema como uno de los principales desafíos pastorales de su ministerio, sino que en su magisterio episcopal ofreció diagnósticos, reflexiones y propuestas de solución. El análisis de ese corpus doctrinal, que aquí se realiza, sirve al mismo tiempo para realzar la riqueza de su un tanto olvidado pensamiento teológico y se presenta como una sugerente cantera para el aquí y ahora de la Iglesia
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