La derrota en la Primera Guerra Mundial y las consecuencias del Tratado de Versalles, nefastas para Alemania, así como la crisis de 1929 y la entrada en escena de Adolf Hitler, un desconocido con un gran carisma y unas extraordinarias ansias de poder, permitieron que en muy pocos años un partido marginal y minoritario terminase tomando el poder en Alemania, estableciéndose en poco tiempo un sistema totalitario que terminó provocando la Segunda Guerra Mundial y el terrible holocausto.
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