A lo largo del siglo XIX los ejércitos modernos prestarán especial atención a la necesidad de mejorar la preparación para el combate, así como de higienizar (en un sentido decimonónico) y disciplinar la moral, las prácticas y formas corporales de sus componentes. Lo que conducirá a la progresiva dotación de un corpus teórico- práctico que instituya y desarrolle estos propósitos. Hacia 1860, momento en que se constituye el Army Gymnastic Staff británico ya habrán sido desarrolladas diferentes experiencias en Europa, incluyendo a España. Si bien la im-plantación resultará lenta. Y su institucionalización, asimétrica, atenderá al potencial militar de los países. Con todo a fines del XIX los principales ejércitos occidentales ya habrán instituido las prácticas físico- deportivas, al menos en el cuerpo de su doctrina militar. El proceso se intensificará a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, gene-ralizándose en ejércitos europeos, oceánicos y americanos, así como en otros países como Japón. Todos atienden y se adscriben al propósito señalado, incidiendo en dis-tintos aspectos e intereses, no siempre comunes. Se tratará, asimismo, de un fenómeno que cobrará especial significado alrededor de la importancia otorgada a la moral de la tropa. Mas no solamente la moral para el combate, sino, lo que resulta más más signi-ficativo, alrededor de la consecución de una moral intramuros que regule y encauce la vida cotidiana dentro de los acuartelamientos y la vida civil. En cuyo desarrollo las prácticas físico- deportivas, en general, y el deporte, en particular, jugarán un papel significativo.
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