El turismo y el patrimonio son oscuros. Esa puede ser una de las primeras conclusiones al hacer una lectura de las diversas contribuciones que se han enviado al debate número 21 de revista PH. Y en realidad quizás fuese la primera “provocación” cuando en el inicio del texto para la proposición de este debate preguntábamos: “¿De qué estamos hablando cuando hablamos de patrimonio?, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de turismo? (…) ¿existe un lado oscuro en el patrimonio?, es decir, ¿existe un patrimonio oscuro?, ¿existe un patrimonio que suscite ‘lo negativo’: dolor, pena, muerte, morbo, memoria traumática, etc.?, ¿y si existe esa cara oculta de nuestro pasado quién lo añora y quién lo visita…, o quién lo consume? En otras palabras ¿cuál es el lado oscuro del turismo?”
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