La operación terrorista de los independentistas chechenos a comienzos del pasado mes de septiembre alcanzó una de las simas más profundas de inhumanidad conocidas hasta la fecha. Por su parte, el gobierno de Putin no se muestra decidido a sacar las lecciones que parecen imponer los sucesivos fracasos de su política en Chechenia, basada únicamente en la represión violenta, y, mientras tanto, la comunidad internacional, dividida entre quienes apoyan a uno u otro de los bandos, no da señales de preocuparse prioritariamente por las poblaciones del Cáucaso, víctimas de una guerra cada vez más sangrienta.
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