La llegada de Stalin al poder fue un golpe mortal para la libertad de toda la sociedad rusa, pero también para los artistas y creadores. Rusia cerró sus fronteras y se aisló de las corrientes musicales extranjeras, prohibiéndose todo tipo de contacto con la vanguardia. El régimen dictatorial condicionó a sus artistas, obligados a enaltecer a sus líderes y a exaltar las virtudes de las clases trabajadoras. El calvario que vivió Shostakóvich es el ejemplo perfecto.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados