Rafael Rojas afirma que Guillermo Cabrera Infante estetiza “los rumores y chismes de la ciudad letrada”. A propósito de la crítica reciente sobre el chisme y del trabajo de Svetlana Boym sobre la nostalgia, planteo que Cabrera aprovecha el placer ilícito del chisme para recircular historias suprimidas y reintroducirse en el canon cubano. Sus chismes se convierten así en saber aceptado, que preservan la memoria de numerosos intelectuales cubanos y consolidan el propio estado de Cabrera en el canon. El autor valida el chisme como acto nostálgico y demuestra su potencial como estrategia narrativa eficaz y no solo como creación estética.
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