Barcelona, España
Introducción: La planificación compartida de la atención (PCA) promueve que las personas expresen deseos, preferencias o preocupaciones con el objetivo de facilitar un proceso de atención consensuado y compartido entre paciente, familia y equipo. Esto es especialmente relevante en el contexto oncológico.
Materiales y métodos: Se desarrolló un estudio descriptivo para analizar las prácticas de PCA de los profesionales a partir de los registros en las historias clínicas de los últimos 3 meses de vida de una muestra de pacientes fallecidos en un hospital monográfico de cáncer. Se definieron variables sociodemográficas, diagnóstico, nivel de intensidad terapéutica, estado cognitivo y variables de PCA: preferencias, preocupaciones, lugar de atención y defunción preferentes, elección del representante y documento de voluntades anticipadas (DVA).
Resultados: Se incluyeron 54 pacientes, el 61,1 % hombres; mediana de edad: 64,5 años. Patología oncológica principal: respiratoria (22,2 %). Las variables relacionadas con la PCA fueron: preferencias 74,1 % (n = 40); preocupaciones 75,9 % (n = 41); representante 7,4 % (n = 4); lugar de atención 27,8 % (n = 15); lugar de defunción: 16,7 % (n = 9). Ninguno disponía de DVA. Son los equipos de cuidados paliativos quienes registran principalmente las preferencias y preocupaciones, asociados a un nivel de intensidad terapéutica 3A. El registro de preocupaciones se asoció con la capacidad de expresión del paciente (p < 0,001).
Discusión: El registro de dimensiones de PCA es escaso y se recoge principalmente en cuidados paliativos. Escasean variables como la figura representante o los DVA. La integración precoz de la PCA en la práctica clínica facilitaría la toma de decisiones con pacientes oncológicos y contribuiría a adecuar el proceso asistencial a los deseos y preferencias de los mismos.
Introduction: Advance care planning (ACP) encourages people to express wishes, preferences and concerns in order to facilitate a shared care process involving patients, their families and professionals. This is especially relevant in the cancer context.
Materials and methods: A cross-sectional study was carried out to analyze the ACP process practices of professionals through the clinical records of a sample of patients in their last 3 months of life who died during one month in a monographic cancer hospital. Sociodemographic variables, diagnosis, level of therapeutic intensity, cognitive status, and ACP variables were defined: preferences, concerns, preference for place of care and place of death, choice of representative, and advance directive document (ADC) existence.
Results: N = 54; 61.1 % men; median age: 64.5 years. Main cancer disease: respiratory (22.2 %). ACP-related variables included preferences (74.1 %, n = 40); concerns (75.9 %, n = 41); proxy (7.4 %, n = 4); place of care (27.8 %, n = 15); place of death (16.7 %, n = 9). None had an ADC. Preferences and concerns are mainly recorded by palliative care teams, and the level of therapeutic intensity in the preferences/concerns record was 3A. Concerns were associated with level of patient self-expression (p < 0.001).
Conclusions: ACP dimensions are scarcely recorded. Recording occurs mainly in the end-of-life context. Variables such as presence of a representative and ADCs are rarely registered. Early integration of ACP in clinical practice would facilitate shared decision-making with cancer patients, and would help define the care process according to their wishes and preferences.
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