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¿Por qué hablamos, aún, de sexualidad “humana”?

    1. [1] Universidad Nacional de Tucumán

      Universidad Nacional de Tucumán

      Argentina

  • Localización: Revista Investigación en Salud: de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Boyacá, ISSN-e 2539-2018, ISSN 2389-7325, Vol. 2, Nº. 2, 2015, págs. 101-105
  • Idioma: español
  • Enlaces
  • Resumen
    • La sexualidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es definida de una manera amplia que incluye varios elementos que hacen de ella una noción multidimensional (1). Es más, se puede afirmar que, en la actualidad, es una evidencia indiscutible que la sexualidad incluye lo genital pero que lo excede ampliamente. Así, tanto el “modelo de salud sexual” (2) como el “modelo de doble control” (3), la “teoría de sistema sexológica” (4), la “declaración de los derechos sexuales” (5) o las “directrices de la Unesco sobre educación sexual” (6), todos estos documentos apuntan a una idea de sexualidad integral que incluye diferentes dimensiones y que, en todos lados, siempre se remarca que no debe restringirse a lo genital.

      Esta claridad conceptual sobre la amplitud de la sexualidad adquiere aún nuevas dimensiones desde la actualización del concepto de salud sexual (1,7), el cual, recordemos, se utiliza a nivel profesional como sinónimo de sexualidad (8). Todo este esfuerzo conceptual busca establecer que el concepto de salud sexual “no se limita a la ausencia de enfermedad o disfunción, ni se limita su importancia a los años reproductivos” (9). Es más, se apunta a que la salud sexual se considere “como un elemento básico de la salud y del bienestar sobre la longevidad” (10). Evidentemente, todo ello no condice –ni semántica ni científicamente– con el habitual reduccionismo a lo genital que parece inevitable, tanto a nivel popular como a nivel de publicaciones científicas.


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