En sus inicios, la teoría del jardín clásico aparece integrada en los tratados de arquitectura. De hecho, L. B. Alberti en De re aedificatoria entiende el jardín como un género de edificio. Éste es el punto de partida de una indagación sobre los fundamentos del jardín que conduce al tratadista a la búsqueda de un modelo en la Antigüedad romana, a establecer las condiciones lógicas de la villa y a definir el jardín contrastando las referencias antiguas con los elementos del jardín gótico, remitiendo su composición a las reglas de la arquitectura
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