Juan Francisco Juliá Igual, Enrique Bernal Jurado, Inmaculada Carrasco Monteagudo
La crisis derivada de la pandemia del covid-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de mejorar y revisar nuestro modelo de economía y sociedad, evidenciando la importancia de dar una mayor relevancia a la ciencia, al uso del conocimiento y a la incorporación de valores relacionados con la sostenibilidad y solidaridad. Con base en los recursos financieros habilitados por la Unión Europea, los estados miembros han diseñado planes dirigidos a superar la crisis sanitaria, económica y social y los desequilibrios previos existentes.En este contexto, y en un país como España, con una estructura empresarial caracterizada por el reducido tamaño empresarial, las entidades de la Economía Social, distinguidas por la resiliencia que genera la red de apoyos mutuos y la capacidad para impulsar proyectos colectivos que aúnen lo económico con lo social, favoreciendo el desarrollo de los espacios, bien podrían ser un aval para el buen aprovechamiento de la financiación europea desplegada.Pero, en este caso, parece que las debilidades de muchas entidades de la Economía Social, relacionadas con su reducido tamaño, ha podido jugar en contra del sector. Con la cautela debida a la provisionalidad de los datos todavía existentes, se puede decir que la pandemia ha truncado también la tendencia de crecimiento en el tamaño empresarial del sector. De las diferentes familias de la Economía Social, y comparando con el conjunto del tejido productivo español, las cooperativas han sido las empresas que mejor han resistido, tanto en número de empresas como en empleo, y las sociedades laborales las que peor.
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