En diciembre de 2019 fueron reportados una serie de casos de pacientes hospitalizados con una nueva enfermedad transmisible, desconocida hasta ese momento, caracterizada fundamentalmente por la aparición de sintomatología respiratoria y neumonía, provocada por un nuevo virus de la familia de los coronavirus. El número de casos de esta enfermedad fue aumentando progresivamente y extendiéndose a todos los países del mundo, a pesar de las extensas medidas de contención instauradas, por lo que el 11 de marzo de 2020 la OMS declaró la situación de pandemia.
Esta situación afectó de manera muy relevante a todas las esferas de la sociedad, sin dejar ninguna al margen, con una tremenda influencia en la población infantil y adolescente y una gran repercusión en el ámbito formativo y docente.
Esto motivó que las enfermeras escolares tuvieran que desarrollar su labor y actuar como intermediarias entre dos de los ámbitos más afectados por la pandemia: el ámbito sanitario, eje vertebrador de la gestión de esta situación, y el ámbito educativo, en el que confluyen por un lado alumnos y sus respectivas familias, y educadores y resto de trabajadores de los centros escolares, por otro.
En los centros escolares en los que estaba implantada la figura de la enfermera escolar, estas profesionales asumieron desde el inicio de la pandemia su labor de apoyo y orientación a las familias sirviendo de puente entre las familias y los recursos sanitarios cuando a comienzos de las crisis sanitarias los escolares presentaban síntomas compatibles con COVID 19 y todos los centros sanitarios estaban colapsados.
Pero fue en el momento de la apertura y reincorporación de los alumnos a los centros educativos cuando la labor figura de la enfermera escolar adquirió su mayor protagonismo social al convertirse en el centro de referencia en el asesoramiento y ejecución de las medidas que se debían adoptar para la prevención de la transmisión, el control de la situación y la gestión de las incidencias sanitarias.
Si antes de la pandemia la enfermera escolar desarrollaba su labor asistencial a través de la educación y atención sanitaria de las necesidades de la población escolar, formaba a educadores y trabajadores del centro en medidas sanitarias y de actuación a través de su labor docente, recopilaba y analizaba información sanitaria en su labor investigadora para obtener conclusiones en beneficio de la salud del escolar y planificaba la programación de actividades, así como la coordinación y gestión de actuaciones dentro de su labor gestora, actualmente además de esas funciones deben asumir las labores de coordinadoras COVID de los centros escolares.
Esto implica mayoritariamente: valorar cada niño como posible caso para determinar si puede ser un posible contagio para el resto de los alumnos y trabajadores del centro educativo, vigilar el correcto cumplimiento e interpretación de las normas de seguridad establecidas para evitar contagios y minimizar los riesgos, evaluar y adaptar protocolos oficiales y asegurarse de que se cumplen todas las medidas establecidas.
Esta situación sirve para poner de manifiesto como desde la implantación de la figura de la enfermera escolar en los centros educativos hasta la actualidad, se han incorporado progresiva y paulatinamente nuevas competencias y responsabilidades a la labor inicial en la que estaba focalizada, dando respuesta a las necesidades detectadas y sentidas tanto por la comunidad escolar (profesores y trabajadores del centro, familias y escolares), como de la propia sociedad en general.
Cabe destacar dentro de estas nuevas competencias y responsabilidades de la enfermera escolar las establecidas dentro del marco de la promoción y fomento de la salud a través de la educación para la salud, y su labor de prevención mediante la actuación sobre los factores determinantes de la salud del escolar.
Esta evolución en su rol profesional hace que su perfil competencial se vaya delimitando, fundamentando la relevancia de su labor y argumentando cada vez de firma más clara y evidente la necesidad de su implantación de manera general en todos los centros formativos, como un profesional más del equipo interdisciplinar escolar.
Existen sólidos argumentos que justifican la necesidad de implantación de la enfermera escolar en todos los centros educativos de manera general como un integrante más del equipo interdisciplinar escolar.
En la actualidad, su presencia en los centros no sólo permite garantizar la atención de los alumnos con necesidades específicas que permitan desarrollar su formación de manera integrada, abordar las incidencias sanitarias que pudieran surgir en el entorno escolar o atender a los escolares con problemas crónicos de salud, sino que también son referentes de las actuaciones de “salud pública” en el centro, así como de la adquisición de hábitos y conductas saludables de vida del escolar.
Es necesario el desarrollo de manuales contrastados que fundamenten el marco propio de actuación de la enfermera escolar.
Una vez delimitado su marco competencial, queda claro que la enfermería escolar constituye un área de práctica avanzada de la enfermería, con categoría de especialidad y las enfermeras escolares precisan enmarcar y desarrollar sus conocimientos específicos a través de manuales que permitan su avance académico y profesional.
Miriam Hernández Mellado
In December 2019, a series of cases of hospitalized patients were reported with a new communicable disease, unknown until then, characterized mainly by the appearance of respiratory symptoms and pneumonia, caused by a new virus of the coronavirus family. The number of cases of this disease was progressively increasing and spreading to all countries of the world, despite the extensive containment measures put in place, so that on March 11, 2020, the WHO declared a pandemic situation.
This situation affected all spheres of society in a very relevant way, leaving none aside, with a tremendous influence on the child and adolescent population and a great repercussion in the educational and teaching field.
This meant that school nurses had to develop their work and act as intermediaries between two of the areas most affected by the pandemic: the health field, the backbone of the management of this situation, and the educational field, in which students and their families, on the one hand, and educators and other school workers, on the other, converge.
In schools where the figure of the school nurse was implemented, these professionals assumed from the beginning of the pandemic their work of support and guidance to families, serving as a bridge between families and health resources when at the beginning of the health crises schoolchildren presented symptoms compatible with COVID 19 and all health centers were collapsed.
But it was at the time of the opening and reincorporation of students into the educational centers when the work of the school nurse acquired its greatest social prominence by becoming the center of reference in the advice and execution of the measures to be adopted for the prevention of transmission, the control of the situation and the management of health incidences.
If before the pandemic, school nurses carried out their health care work through education and health care for the needs of the school population, trained educators and school workers in health measures and actions through their teaching work, compiled and analyzed health information in their research work to obtain conclusions for the benefit of school health and planned the programming of activities, as well as the coordination and management of actions within their management work, currently in addition to these functions they must assume the work of COVID coordinators of the schools.
This mostly involves: assessing each child as a possible case to determine whether it could be a possible contagion for the rest of the students and school workers, monitoring the correct compliance and interpretation of the safety rules established to avoid contagion and minimize risks, evaluating and adapting official protocols and ensuring that all established measures are complied with.
This situation serves to highlight how, since the implementation of the school nurse in educational centers up to the present day, new competencies and responsibilities have been gradually and progressively incorporated to the initial work on which it was focused, responding to the needs detected and felt by both the school community (teachers and workers of the center, families and students), as well as society in general.
Within these new competencies and responsibilities of the school nurse, it is worth highlighting those established within the framework of health promotion and encouragement through health education, and its preventive work by acting on the determinants of the health of the schoolchildren.
This evolution in their professional role means that their competency profile is becoming more and more delimited, substantiating the relevance of their work and arguing more and more clearly and evidently the need for its implementation in a general way in all educational centers, as another professional of the school interdisciplinary team.
There are solid arguments that justify the need for the implementation of the school nurse in all educational centers in general as another member of the school interdisciplinary team.
At present, their presence in the centers not only makes it possible to guarantee the care of students with specific needs that allow them to develop their training in an integrated manner, to deal with health incidents that may arise in the school environment or to care for students with chronic health problems, but they are also referents for "public health" actions in the center, as well as for the acquisition of healthy habits and behaviors in the life of the schoolchildren.
It is necessary to develop contrasted manuals that support the school nurse's own framework of action.
Once its competency framework has been defined, it is clear that school nursing constitutes an area of advanced nursing practice, with the category of specialty, and school nurses need to frame and develop their specific knowledge through manuals that allow their academic and professional advancement.
Miriam Hernández Mellado
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