La educación tiene lugar en personas singulares y diferentes entre sí, dentro de ámbitos humanos determinados, en tiempos y espacios concretos. No los elegimos. Quienes ejercemos la docencia tenemos responsabilidades con todas y cada una de las personas a nuestro cargo, en esos entornos particulares y no otros, territorios, personas y ambientes sometidos a cambios. Mi experiencia me ha llevado a comprobar que se ignoran demasiado a menudo estas premisas.
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