El hecho de que la CIA haya secuestrado, con la complicidad de algunos gobiernos europeos, a personas sospechosas de terrorismo para encarcelarlas sin juicio, incluso torturarlas, suscita cada vez más movimientos de protesta. En Italia, dos magistrados acaban de interrogar al jefe de los servicios secretos implicado en el secuestro de un imán egipcio. Polonia y Rumanía habrían albergado a detenidos, secuestrados en tales condiciones.
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