Durante mucho tiempo se creyó que la “inteligencia artificial” permitiría algún día al ordenador prescindir de las personas. Error. El ordenador ha acabado comprendiendo que era más rentable pagarle a una persona –una miseria– por las tareas menores que no sabía hacer. El ordenador puede también encontrar, instantáneamente, no importa en qué lugar del mundo, un candidato para este género de trabajo.
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