La vía alimentaria supone una de las principales fuentes de exposición a contaminantes químicos para la población general. El residuo de fitosanitarios contenidos en los alimentos se encuentra bajo estricto control por parte de las autoridades nacionales y europeas que, además, tienen una apuesta decidida por la retirada del mercado de aquellos productos más peligrosos. Ejemplo de ello es la prohibición reciente de clorpirifós y mancozeb. No obstante, algunas cuestiones aún no han sido resueltas satisfactoriamente, como es la ausencia de consideración del efecto combinado de múltiples residuos o la especial susceptibilidad de los individuos en fase de crecimiento, que debería ser tenida en consideración de forma particular cuando se establecen los límites seguros y se planean políticas de prevención de la exposición. Las consecuencias de esa exposición pueden ser efectos sutiles sobre el desarrollo neuroconductual y sobre el equilibrio hormonal de la población expuesta.
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