El sector agrícola se encuentra en un escenario cada vez más complejo. Nos encontramos en un sector fuertemente regulado, donde se realiza un estricto seguimiento y control de los productos utilizados en sanidad vegetal, de manera que podamos ofrecer cosechas más seguras para el consumidor, el trabajador y el medio ambiente. Al mismo tiempo, vemos como cada vez tenemos menos herramientas fitosanitarias para defender nuestros cultivos ya sea por su cancelación o restricción de uso, o por la aparición de resistencias a las mismas. A esto hay que añadir los nuevos retos a los que se tendrá que adaptar el agricultor de forma gradual con la puesta en marcha del plan ‘De la granja a la mesa’, que propone una serie de ambiciosas medidas a implementar en la Unión Europea en el plazo de diez años.
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