El arroz (Oryza sativa L.) es un cultivo esencial en la seguridad mundial. Sin embargo, su producción se realiza bajo métodos de laboreo convencional y sistemas de riego por inundación, lo que conlleva la realización de numerosas labores con un gran impacto ambiental, como la degradación de los suelos, emisiones de gases de efecto invernadero, acumulación de metales en el arroz, además de un elevado consumo de agua. De hecho, son varios los estudios presentes en la bibliografía que demuestran el peso ambiental negativo producido en condiciones de inundación del cultivo de arroz (Sánchez-Llerena y col., 2016; Nan y col., 2020). La producción de arroz bajo sistemas de aspersión, junto con la aplicación de técnicas de agricultura de conservación, como la siembra directa, podría minimizar los riesgos ambientales asociados a los métodos tradicionales. Además, la aplicación de enmiendas orgánicas al suelo podría contrarrestar el posible déficit hídrico bajo la condición de riego por aspersión, al incrementar la capacidad de retención de agua pudiendo mejorar la productividad de la misma.
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