Al principio de los noventa, el cultivo del pimiento de invernadero en el Campo de Cartagena vivía una situación fitosanitaria insostenible, con dificultades en el control químico de Frankliniella occidentalis transmisor del virus del bronceado del tomate (TSWV), que ponía en peligro la rentabilidad del este cultivo. Buscando revertir la situación, se iniciaron una serie de experiencias de control biológico del trips, que culminaron con un cambio completo de la estrategia de lucha que atajó de raíz la problemática y que mejoró la situación fitosanitaria de todo el agroecosistema de la comarca. Este proceso debe ser consolidado y el mejor camino para conseguirlo es apostar por el fomento de la biodiversidad.
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