De los “nuevos contratos de trabajo” (CNE) franceses al proyecto de movilidad selectiva de trabajadores emigrantes que se discute en la Organización Mundial del Comercio, pasando por la “directiva europea Bolkestein”, se asiste a una ofensiva contra los trabajadores. Nunca se ha visto tan cínicamente oficializado el imperativo de la ganancia. Parece que en la superficie del globo ya no existen ciudadanos sino simplemente accionistas.
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