A menos de un año de la “revolución naranja”, sus lideres se escinden: el 8 de septiembre el presidente Viktor Yúschenko ha destituido al primer ministro Yulia Timochenko, con un transfondo de luchas de clanes y corrupciones. Aún más esta crisis incita a revaluar un fenómeno que ha afectado a Serbia (2000), a Georgia (2003), a Ucrania (2004) y a Kirguizistán (2005) y podría alcanzar a Bielorrusia e incluso a Kazajistán.
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