Bosnia-Herzegovina sigue dando pie a relatos antagónicos. En primer lugar, los de los tres pueblos que componen el país y que se enfrentaron en la década de 1990. En segundo lugar, los de las potencias regionales o mundiales que avanzan sus peones en el tablero de los Balcanes. Y, por último, los de los medios de comunicación que transmiten un discurso del miedo, propicio a cultivar los reflejos etnonacionalistas explotados por los partidos en el poder.
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