El Greco siempre se define principalmente como un pintor religioso. La cuestión que aborda este artículo es la relación entre sus retratos profanos (El Greco pintó unos treinta retratos en Toledo) y las representaciones de figuras religiosas que realizó en Toledo. Todos sus modelos se definen como ilustres varones, a los que Doménikos Theotokópoulos glorifica a través de la pintura. Tras definir lo que es el retrato, que no debe considerarse dentro de los límites de un género, analizamos más concretamente la forma en que los modelos de sus “retratos” religiosos están visiblemente en movimiento, animados, atravesados por una divina “inspiración”. Para ello, examinamos en particular el San Ildefonso de Illescas (1603-1605), que relacionamos con el San Jerónimo del Metropolitan Museum of Art (1610-1614), el Retrato de Francisco de Pisa del Kimbell Art Museum (1610-1614) y el Retrato del Cardenal Tavera (c. 1608-1614).
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