Este trabajo trata de mostrar la gran vitalidad que imprimieron a la diócesis valentina dos grandes santos prelados que después de muchos años de abandono durante la baja edad media, se ocuparon de colocar a Valencia entre las sedes episcopales más destacadas del momento. Santo Tomás de Villanueva y san Juan de Ribera (1545- 1611) se preocuparon de la formación de sus sacerdotes, de la evangelización de las gentes a su cargo, incluso de los moriscos, y de tejer una red parroquial por todo el territorio dividido en 25 arciprestazgos, con visitas pastorales que buscaron mejorar el acceso de la población a los servicios religiosos. Los dos supieron hacer en Valencia una transición del humanismo a la reforma católica con el beneplácito de la monarquía, en el proceso de aplicación de los decretos del Concilio de Trento a la sociedad y cultura valencianas.
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