Javier Subiza Garrido-Lestache, Vanessa Rodríguez García
En el desarrollo del asma están implicados tanto factores genéticos como ambientales. Entre estos últimos se encuentran:
El cambio de estilo de vida. La falta de exposición a infecciones y endotoxinas al comienzo de la vida favorece el desarrollo de alergia y asma. El sedentarismo de las pantallas nos expone más a los alérgenos e irritantes de interior. El estrés en mujeres embarazadas es otro factor inductor de asma.
La dieta. La lactancia materna protege del asma, siempre que la madre no sea alérgica. La vitamina D durante el embarazo disminuye el riesgo de asma. Los probióticos, en la temprana infancia también protegen. La disminución en la ingesta de omega 3 y antioxidantes y el aumento de la ingesta de omega 6, favorecen el asma. El asma es más frecuente y grave en personas obesas.
La exposición a nuevos alérgenos. El asma alérgica, especialmente causada por pólenes, está aumentando a consecuencia del cambio climático.
Irritantes de interior. El tabaco de tercera mano (olor) puede ser tan perjudicial como el propio humo. El formaldehído procedente de los muebles nuevos y de los olores de barniz actúa como un irritante que agrava el asma.
Irritantes de exterior (polución). Las partículas procedentes de los motores diésel, incrementan la inflamación de las vías aéreas y aumentan hasta 27 veces más la alergenicidad de los pólenes.
La identificación de los factores que puedan aumentar el riesgo de desencadenar asma permitiría crear estrategias de prevención con objeto de impedir su actuación y disminuir dicho riesgo, aunque aún queda mucho por investigar.
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