Tras la caída de la mitad occidental del Imperio, la mitad oriental hubo de afrontar toda una serie de problemas de orden interno y externo, tanto endémicos como fruto de la desaparición de la corte de Rávena. Severos problemas políticos, guerras civiles y convulsiones de orden religioso sacudieron los reinados de Zenón (474-491), Anastasio I (591-518) y Justino I (518-527), todos ellos superados con éxito pleno a lo largo de este periodo de tiempo. De este modo, Constantinopla consiguió, incluso, proyectar su poder e influencia, estabilizando, por ejemplo, la situación de Italia bajo el poder ostrogodo, al tiempo que disponía los recursos y mecanismos que le permitirían, ya bajo el reinado de Justiniano I (527-565) poner en marcha el proceso de reconquista de Occidente que conocemos como Renovatio Imperii.
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