Resumen: Hasta la fecha, los debates sobre la posmemoria o la memoria intergeneracional dentro de los estudios de memoria latinoamericanos han enfocado casi exclusivamente las memorias de hijos de víctimas de la violencia estatal. Sin embargo, desde mediados de 2017, en un contexto global en que la derecha política ha ganado fuerza en muchas partes de las Américas y del mundo, están emergiendo nuevas voces que están revelando otras visiones (complejas) de las dictaduras cívico-militares del Cono Sur: en particular, las voces de familiares de colaboradores y perpetradores de graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad. Este artículo estudia dos intervenciones cinematográficas chilenas recientes de la autoría de personas cuyos parientes -un padre y una tía, respectivamente- participaron de los organismos represores del estado chileno durante el período 1973 a 1990. En estos documentales -El color del camaleón (2017), de Andrés Lübbert, y El pacto de Adriana (2017), de Lissette Orozco- los descendientes de colaboradores civiles confrontan los pasados oscuros de las figuras que los engendraron y/o los criaron. Se trata de jóvenes que se ven atrapados entre la lealtad a la familia y la responsabilidad pública de contar la verdad. Si bien ambas películas ofrecen una visión de cómo los colaboradores y los perpetradores se construyen discursivamente, ambos documentales también reflexionan sobre los dilemas políticos, éticos y humanos que experimentan los herederos de figuras represoras. Empleando el concepto de "sujeto implicado", acuñado por Michael Rothberg, el artículo pone en relieve la diversidad de respuestas posibles que este puede adoptar frente al secreto familiar.
Abstract: To date, the study of "postmemory" within the field of Latin American memory studies has centered almost exclusively on the voices of victims' children. Since 2017, however, in a global context in which the political right has gained traction in the Americas and throughout the world, new voices are emerging that offer nuanced (and complex) perspectives on the dictatorships and civil conflicts of Cold War Latin America: in particular, the voices of the children of collaborators or perpetrators of political violence. This article contrasts two recent films by Chilean directors whose relatives -a father and an aunt, respectively- aided and abetted the Chilean dictatorial state during the period spanning from 1973 to 1990. In Andrés Lübbert's El color del camaleón (2017) and Lissette Orozco's El pacto de Adriana (2017), the descendants of civilian collaborators with the Pinochet regime face the sordid pasts of their forebears. Both directors are young people who find themselves torn between family loyalty and a public responsibility to tell the truth. If indeed both films lend insight into how perpetrators and collaborators represent themselves discursively, both films likewise focus on how the descendants of such figures confront the political, ethical and human dilemmas involved in their family ties. Using Michael Rothberg's concept of the "implicated subject," this article focuses on the diverse responses that become possible when this subject confronts his or her family secrets.
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