En muchas oportunidades hemos trabajado la cuestión del género desde diversas perspectivas. Esta vez, a partir de la experiencia de la Escuela de Acompañamiento Espiritual Emaús, quiero detenerme en la implicancia de la identidad y de la relación de género en la práctica del acompañamiento espiritual. En efecto, tratándose de una interrelación de personas sexuadas, el acompañamiento espiritual implica de manera privilegiada el ser masculino y el ser femenino que atraviesa toda persona, varón y mujer. Dado que la aventura del acompañamiento tiene a la vez dimensiones éticas, afectivas, espirituales y teológicas, dividiremos nuestra reflexión en cuatro fases.
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