Resumen de El asesino tímido, Clara Usón, Seix Barral, Barcelona, 2018, 229 pp.
Pues bien, cuando ya parecía que el recurso empezaba a dar muestras de agotamiento, he aquí que Clara Usón (Barcelona, 1961) -escritora considerada ya un valor indiscutible en la narrativa hispana de nuestros días, sobre todo por su obra precedente, la galardonada La hija del Este (Seix Barral, 2012)- parece dar una nueva vuelta de tuerca al asunto con El asesino tímido, novela heredera en muchos aspectos del título anterior pero también dotada de unos hallazgos de tal originalidad que, al mismo tiempo que justifican de pleno su adscripción al formato autofictivo, le otorgan un nuevo estatus y la confirman como una voz comprometida y renovadora del panorama en cuestión. Sin embargo, es a partir del tercer capítulo cuando se incorpora otro personaje de peso en el relato, Ludwig Wittgenstein, que poco o nada parece tener que ver con las trayectorias remotamente paralelas de estas dos mujeres de edad semejante (Sandra Mozarovski nació en 1958 y la narradora-autora en 1961). Como la escritora misma anuncia sarcásticamente al final del capítulo cuarto («Yo imagino a Sandra encarnándome a mí -sería sin duda la actriz más adecuada- en una película sobre mi vida, un biopic creo que lo llaman»), ahora ya no puede evitar contarnos su biografía «fílmica» -aquí literaria, por supuesto- protagonizada por Mozarovski y en la que, con esa maniobra de distanciamiento que supone desdoblarse en una actriz, se recogerán algunos pasajes concretos especialmente lacerantes de los años de adicción, frustrados intentos de suicidio y desintoxicación de la propia Clara Usón. La madre de la narradora, la verdadera madre de Clara Usón, un ser antiheroico presente casi desde las primeras líneas de la novela, asociado hasta ese momento con el alcohol y con un cierto desapego respecto a la vida de su hija, se erige así en la heroína de esta autoficción -aunque víctima también de las circunstancias desde el inicio, como la actriz y la escritora-, alguien capaz de convertirse en el único modelo vital válido del relato, en el principal apoyo posible durante el proceso de redención de Usón, que en el fondo se revela un viacrucis para ambas.
