Fue hace diez años, el 21 de noviembre de 1996. Nadie imaginaba aquel día de fiesta, cuando sobre el escenario de un renovado y muy esperado Teatro Villamarta de Jerez de la Frontera brillaba la voz de Alfredo Kraus, que sólo una década después el remozado coliseo jerezano sería una institución de referencia, con la programación más coherente e interesante de la temporada andaluza. Más que por demérito de otros centros líricos, el Villamarta debe tal supremacía a su propia programación, hilvanada con apasionada meticulosidad por su director, Francisco López.
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