Insistir en que internet no es un objeto neutro y separable, del que pueda establecerse un sentido al margen de la sociedad que lo produce y en la cual se integra, no debería entenderse como una afirmación que vaya en contra de los estudios de internet como una disciplina independiente, con carácter propio, sino todo lo contrario. Más bien lo humaniza. Que la inmensa estructura tecnológica que llamamos internet encarne distintos valores e intereses en todos sus niveles, desde el soporte material sobre el que se despliega hasta las formas fugaces de comunicación y consumo que facilita, es lo que permite, precisamente, que su análisis configure un ámbito de estudio diferenciado, capaz de arrojar resultados relevantes sobre el mundo en que vivimos.
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