En nuestro tiempo, no se discute la importancia y trascendencia de aprender lenguas. Los beneficios son tanto personales, para el aprendiz, como colectivos, ya que se mejoran las condiciones de un ciudadanía más abierta, tolerante y empática.
Cuando estos aprendizajes se trasladan al ámbito de la educación formal, la escuela enfrenta el reto situando la enseñanza de lenguas en el marco de lo que se conoce como enfoque comunicativo, superando así las concepciones del estructuralismo e incluso el concepto de competencia lingüística de Chomsky; en muchos casos, además, implementando programas de enseñanza bilingüe o plurilingüe.
En el caso de las comunidades monolingües, estos programas han ido creciendo y evolucionando a lo largo de los últimos 25 años; desde los primeros centros acogidos al convenio entre Ministerio de Educación y British Council, pasando por la creación de las llamadas Secciones bilingües, hasta la actualidad. En este sentido, parece oportuno plantear un estudio amplio que ayude a redefinir, reorientar e impulsar el modelo, sobre el que se alzan ciertas voces críticas y se muestran ciertas señales de fatiga. En definitiva, se trata de verificar la relación existente entre los objetivos del programa con los recursos que cuenta, con los resultados que se vienen obteniendo y su expresión en términos de impacto.
Nowadays, the importance and significance of learning languages are not in discussion. The benefits are both personal, for the apprentice, and collective, since the conditions of a more open, tolerant and empathetic citizenship are improved.
When these learnings are transferred to the field of formal education, the school faces the challenge by placing the teaching of languages within the framework of what is known as a communicative approach, thus overcoming the conceptions of structuralism, and even Chomsky's concept of linguistic competence; in many cases, in addition, implementing bilingual or multilingual teaching programs.
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