No hay que dejarse engañar por el título -trucado, por lo más-, porque en esta página no se va a hablar de Lady Macbeth sino de Cio-Cio-San, de Rosina, de Manon, de Mimi. De Victoria de los ángeles, vamos. Una de las ventajas de peinar canas es la de poder contar a los propios nietos que uno estaba allí cuando la gran artista catalana regresaba al Liceu, en un frío diciembre de 1955, para redebutar con Madama Butterfly tras cinco años de incomprensible -e incomprendida- ausencia.
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