Vivimos en una sociedad acelerada. Muchas personas viven demasiado rápido, sujetas a la tiranía del reloj, a la multiplicación de actividades, a agendas sin un hueco. La lógica del consumismo se ha extendido, más allá de lo material, a todos los ámbitos de la vida. Trabajo, relaciones, ocio, espiritualidad....Queremos más de todo, y lo queremos al instante. Y, por eso mismo, la vida se ha convertido en una carrera contrarreloj. El autor juega con la idea del "homo celerensis" como prototipo de este ser humano contemporáneo, atrapado por el vértigo. Un ser humano consumista, superficial, atrapado en el presente y moviéndose en redes de relaciones fugaces. Frente a ello, hay una urgencia por cultivar algunas actitudes que puedan ayudarnos a frenar: la austeridad, la hondura, el tiempo y las relaciones sólidas.
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