Los cuellos de botella originados tras la pandemia y el posterior inicio de una guerra en Europa han puesto en riesgo el aprovisionamiento energético y alimentario disparando sus precios. Han emergido presiones inflacionistas con una fuerza inédita, los bancos centrales han anunciado subidas intensas y sostenidas de los tipos de interés y han quedado ensombrecidas las previsiones de crecimiento económico para los próximos trimestres. Se ha producido, en definitiva, un cambio radical del escenario económico y financiero. El sector seguros, relevante per se y por su contribución a las cuentas del sector bancario español, ha mostrado históricamente una gran resiliencia y capacidad de adaptación. El cambio actual tendrá impacto en sus carteras de inversión y originará una respuesta comercial. Fundamentalmente en el negocio de Vida, atrapado durante los últimos años en un escenario de tipos bajos, que ha venido lastrando el desarrollo de los productos de vida-ahorro. Por otra parte, la desaceleración económica prevista puede tener un impacto en la demanda de algunos productos de No Vida. Y la inflación, que impactará en los costes (siniestralidad), constituirá un elemento esencial a gestionar, no siendo homogénea por ramos la capacidad de las entidades para trasladar a los ingresos (primas) dicho aumento de costes.
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