El artículo analiza la experiencia narrada por jóvenes migrantes retornados y deportados desde Estados Unidos, establecidos en el estado de Guanajuato, México. A partir de ésta, discutimos los límites explicativos de las perspectivas del transnacionalismo y la migración de retorno. Los casos que se analizan permiten identificar que, al migrar de Norte a Sur, los jóvenes viven un proceso de adaptación apoyados en sus redes familiares, que constituyen un arma de doble filo: al tiempo que facilitan su integración en México, son también su primera fuente de discriminación, a las que después incluyen otras experiencias. Si al inicio los jóvenes que fueron obligados a regresar se encuentran enclaustrados por estos recursos intangibles, también los superan al ampliar de sus repertorios identitarios al reconstituir su sentido de pertenencia a México. Buscamos destacar la necesidad de desarrollar una agenda de investigación enfocada en jóvenes migrantes, a los que es difícil extrapolar las perspectivas analíticas existentes.
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