En la Sierra Tarahumara, la Semana santa reactualiza una violencia cósmica que constituye uno de los grandes mitos de la cosmología rarámuri: la lucha entre "el que es padre" (Onurúame) y el Diablo y su aliado, Judas. Este combate, escenificado por diversos grupos ceremoniales, constituye el corazón de las fiestas serranas. Éstas cuentan con elementos católicos, heredados de la evangelización jesuita colonial y contemporánea.
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