Como ha quedado patente con ocasión del reciente conflicto en Nagorno-Karabaj, la industria turca de defensa ha demostrado su valor como activo estratégico que proporciona a Turquía una autonomía que le permite, por un lado, reducir su dependencia del exterior y, por otro, influir en su entorno para reforzar su cada vez más asertiva política exterior. Aunque en particular han sido los drones los sistemas de armas que han sobresalido durante este conflicto, la industria de defensa ha evolucionado durante las últimas décadas para cubrir hoy en día la mayor parte de las necesidades de la defensa nacional. A pesar del espectacular desarrollo, esta industria continúa siendo dependiente tecnológicamente del exterior en ciertas capacidades críticas. La manera en que Turquía trate de solventar estas carencias se dejará notar en su inestable equilibrio estratégico entre Rusia, por un lado, y EE. UU. y países occidentales, por otro.
As the recent Nagorno-Karabakh conflict has shown, the Turkish defence industry has proved its value as a strategic asset that provides Turkey with an autonomy that allows it, on the one hand, to reduce its dependence on the outside world and, on the other, to influence its environment in order to strengthen its increasingly assertive foreign policy.
Although drones in particular have been the weapon systems that have excelled during this conflict, the defence industry has evolved over the past decades to cover most of today’s national defence needs. Despite spectacular development, the industry remains technologically dependent on foreign technology in certain critical capacities. How Turkey deals with these shortcomings will have an impact on its unstable strategic balance between Russia on the one hand, and the US and Western countries on the other.
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