La imagen tradicional de la América hispana durante el periodo colonial ofrecía una sociedad estática, de divisiones internas y compartimentos estancos basados en diferencias étnicas, raciales y socioeconómicas. En primer lugar, estarían las autoridades españolas; en segundo lugar, las masas de indígenas casi anónimas y, en tercer lugar, los grupos de esclavos africanos llegados al continente desde comienzos del siglo XVI. Esta impresión se habría aplicado a prácticamente todo el Nuevo Mundo, tanto a los espacios rurales como urbanos, con el matiz de una mayor presencia indígena en el campo frente a los espacios urbanos primordialmente “castellanos”. Desde hace unos cuantos años diversos trabajos están dejando esta visión simplista fuera de lugar.
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