Hay amores que son eternos: Tisbe y Píramo, por ejemplo, son los originales Julieta y Romeo. Eran una chica y un chico amantes y residentes en la ciudad mesopotámica, que no podían casarse porque sus familias se llevaban fatal desde siempre. Pero ellos, a pesar de todas las dificultades, se amaban en secreto y se comunicaban gracias a una rendija que había en la pared medianera entre las casas de ambas familias.
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