La reciente aprobación de la Estrategia Nacional de Seguridad 2021 constituye un paso adelante en la secuencia de estos documentos que se inició en 2011, y da un sentido de continuidad al proceso. Su contenido refuerza la necesidad de afianzar el ciclo «Política-Estrategia-Plan-Programa-Presupuesto», y engarza perfectamente con las acciones I+I (Influencia + Integración) que el autor proponía en su anterior artículo, enfatizando la necesidad de coordinación y sincronización en todos los pasos de dicho ciclo, en todos los organismos y autoridades que lo ejecutan, y en todos los ámbitos de actuación. La ESN21 confirma también la exigencia de un marco presupuestario estable, y, para la Armada, la necesidad de implementar cambios orgánicos que mejoren la transversalidad, así como una priorización de las capacidades de proyección, inteligencia, ciberdefensa, y Guerra Naval Especial.
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