El artículo se refiere a la voluntad de Turquía de formar parte de Europa, lo cual puederesultar ex traño porque el país es musulmán y su territorio se encuentra anclado en su mayoría en Oriente. No obstante, aunque durante los años de bipolaridad (1949-1991) dudó para responder a los retos de las sociedades industriales, se mostró proclive a un clima de distensión. Ahora que el sistema bipolar ha tocado su fin, el país tiene que consolidar una democracia plural y competir con economías de mercado en el Viejo Continente. La respuesta de la Unión Europea a la adhesión es dispar: Europa teme por su identidad, mientras la Unión Europea está preocupada por el futuro de la construcción europea. El camino de Turquía hacia Bruselas depende, más que nunca, de la historia, las cuestiones económicas y políticas y, por supuesto, de los acontecimientos internacionales. Sin embargo, las conclusiones de este trabajo apuntan a que Turquía, que ha sabido combinar Islam y secularismo, puede convertir a la Unión Europea en un ejemplo de convergencia de pueblos y culturas, afianzando así los valores recíprocos.
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