Superadas en efectivos y en potencia de fuego y escasas de combustible y munición, las formaciones Panzer carecían de la energía y la maniobrabilidad suficientes para efectuar una defensa flexible. En vez de eso, actuaron personándose donde la situación era más delicada hasta que se empezó a combatir cerca de Berlín, donde la densidad urbana impedía que los blindados soviéticos concentraran sus ataques. Además, los 483 puentes que cruzaban los numerosos canales y ríos de la zona –los defensores tenían prevista la demolición de todos ellos, aunque solo llegaron a inutilizar 38– canalizaban los desplazamientos. A partir de entonces la batalla se convirtió en una sucesión de emboscadas urbanas, contraataques a corta distancia y cambios de posición para evitar las concentraciones de artillería soviética que servían de respuesta a los éxitos tácticos alemanes.
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