En su intento de superar desafíos como la falta de entrenamiento de las tripulaciones, el deficiente mantenimiento de los vehículos, la carencia de repuestos, la inferioridad en el blindaje, un armamento escaso o inútil, la deficiencia de las capacidades logísticas y de recuperación de vehículos, diseños elaborados apresuradamente cuyos defectos provocaron un desempeño inadecuado en el campo de batalla, blindados obsoletos que ya no tenían margen de mejora y, finalmente, un deficiente liderazgo táctico y estratégico durante las operaciones, las tripulaciones y los jefes de las unidades acorazadas alemanas a menudo lograron sorprendentes hazañas en los campos de batalla durante los cuatro primeros meses de 1945, en su mayoría defensivas teniendo en cuenta que la guerra estaba perdida. Esto se debió, a menudo, a la devoción por el deber, el trabajo en equipo y la determinación por aprovechar las capacidades de las fuerzas acorazadas durante las operaciones.
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