Los escándalos causados por los abusos sexuales, de poder y de conciencia de algunos obispos y sacerdotes, además de las prácticas de encubrimiento de verdaderos crímenes, estremecen a la Iglesia. Los abusos contra las religiosas y dentro de la misma vida religiosa femenina son un asunto aún callado. Pero existen publicaciones que llevan a concluir que ellas son víctimas de dependencias que generan una cultura que facilita la comisión de abusos en su contra. Urgen conversiones del corazón y de la mirada. Sobre todo, se necesitan reformas estructurales y culturales. La formación del clero como personas “sagradas” es la cuna del clericalismo que tanto daño está causando al Pueblo de Dios.
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