La separación y el reciclado de la orina, si se instaurara a gran escala, supondría enormes beneficios ambientales y de salud pública. En lugar de contaminar las masas de agua, la orina transformada podría destinarse a abonar los cultivos o a alimentar los procesos industriales.
Gracias a los avances en inodoros y estrategias de tratamiento, la separación y el reciclado podrían estar a punto en breve para su puesta en marcha.
Sin embargo, deben superarse obstáculos sociales y culturales de gran calado para remodelar de modo drástico una de las principales formas de saneamiento.
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