La variante ómicron del coronavirus SARS-CoV-2 ha batido todas las marcas en cuanto a la velocidad y la extensión del contagio.
Esa capacidad se explicaría por la acumulación de mutaciones en las espículas, variaciones que impiden que sea reconocido por los anticuerpos del sistema inmunitario y, al mismo tiempo, simplifican su entrada en las células.
Por suerte, esa gran infecciosidad tiene como contrapartida una merma en su capacidad de penetración en el pulmón, por lo que no es tan virulenta como otras variantes del coronavirus.
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