En todo el mundo, las ciudades han alterado el curso de los ríos que las atravesaban y han destruido su zona hiporreica, la capa situada justo debajo del lecho fluvial.
Esta capa de sedimento húmedo, piedras pequeñas y organismos diminutos, ejerce funciones ecológicas esenciales, frena las avenidas y depura el agua de contaminantes.
La restauración de la zona hiporreica podría convertirse en la mejor estrategia con la que mejorar la biodiversidad y reducir las inundaciones urbanas y la sequía, según se ha demostrado en un arroyo de Seattle.
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