Indígenas en San Quintín planean boicot agrícola al mercado de EU”, dice un encabezado de periódico (La Jornada, 23 marzo 2015). “Los indígenas de Xochicuautla frenan las obras de una autopista en su santuario”, nos informa otro periódico en días recientes (El País, 14 abril, 2016, consultado en línea el 27 de abril de 2016).Y también: “Se preparan 8 indígenas para cursos de posgrado” (El Sol de México, 6 de abril de 2016). En todas estas frases, tan cotidianas, pero también vigentes en el discurso de las instituciones públicas, en programas de gobierno, discursos políticos oficiales y anti-hegemónicos, en los trabajos universitarios sobre la historia y el presente, en la ley y el discurso jurídico, el uso de la categoría “indígena” pareciera no requerir mayor puntualización. En efecto, nos resulta innecesario explicitar quiénes son los actores sociales que se encuentran englobados por dicha categoría, como si esta remitiera a un referente evidente y universal (el mismo en todo tiempo y en todo lugar).
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